Más conocido como Dominique Ingres y a quien María José trajo a su charla del miércoles, en el salón de actos de la Casa de Cultura, para que le conociéramos un poco mejor con ocasión de una exposición dedicada a este autor que actualmente se puede visitar en El Prado.
Autorretrato del pintor joven |
Pintor francés
nacido en 1780 que desarrolló su obra durante el siglo XIX. Es el último
representante de los grandes pintores del neoclasicismo francés, aunque se
presenta con una postura ambigua frente a los postulados clasicistas que le
sitúan dentro del movimiento romántico. Estudió en la Academia de Toulouse,
antes de trasladarse a París, donde fue alumno favorito de J. L. David.
En 1801 ganó el Prix de Rome con "Aquiles y los enviados de
Agamenón", pero no pudo ir a Italia por motivos políticos y comenzó a trabajar
como pintor en París. Cumplió peticiones privadas, sobre todo retratos de gente
acomodada y encargos oficiales de Napoleón. En 1807 Dominique Ingres pudo
establecerse por fin en Roma, subvencionado por el gobierno francés y, cuando
se le acabó la beca, decidió permanecer en la ciudad por su cuenta. No le
faltaron los encargos, en particular de la colonia francesa y de Napoleón, para
quien decoró su palacio en Roma.
Tras una estancia en Florencia regresó a París en 1820. “El
Voto de Luis XIII” le dio un gran prestigio y abrió un estudio en París, donde
trabajó incansablemente hasta su muerte en 1867.
Madame Moitessier |
Louise Albertine D' Houss |
Ingres utiliza el reflejo en el espejo que pone tras sus modelos para hacer ver la línea de la nuca. Al pintar imagina desnuda a su modelo y después la viste con ricos ropajes y voluptuosidad en las formas.
Mademoiselle y madame Riviere
La sensualidad, la línea curva, su forma de acercarse a los motivos históricos…hacen de Ingres un pintor clave frente a la frialdad y el carácter estático de los pintores académicos.
La familia Forestier, 1806 |
Ingres realizó este retrato como regalo a su prometida, Julie Forestier. La composición la toma a ella como eje, apareciendo destacada en mitad de la estancia con una agradable sonrisa. La relación terminó al poco tiempo y Julie se lo devolvió al romper el noviazgo. Ingres lo regaló a su vez a su amigo monsieur Coutan, de donde pasó al Louvre en el año 1883.
Madona della Sedia y Virgen de la Eucaristía, ambas obras de Rafael.
Ingres era apasionado y un clásico que se acercó a las corrientes de su época (romanticismo, clasicismo, realismo) con un lenguaje muy personal, no siempre bien entendido por sus contemporáneos, y muy influenciado por su profunda admiración hacia Rafael
El voto de Luis XIII |
Louis François Betin
Ingres retrató a Betin en el momento culminante de su vida profesional . Betin se contaba a comienzos del siglo XIX entre los más poderosos editores de prensa del continente.
Rugiero libera a Angelica
Es la interpretación del tema cristiano de San Jorge, el dragón y la princesa. Aquí, sin embargo, se ha desviado la escena hacia el erotismo desenfrenado. El motivo que más interesó al artista fue la figura de Angélica, de la cual realizó numerosos bocetos previos. El resultado final es el de una figura retorcida artificiosamente, con piel de un blanco irreal destacando contra la rugosidad de la roca.
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Antioco y Estratonice |
Este cuadro nos desvela el "mal de amores" que sufría Antioco por Estratonice,
la mujer de su padre.
El Manantial |
Obra maestra del Neoclasicismo, nos muestra cómo Ingres no mantiene las proporciones en la silueta y la muestra en actitud de movimiento, con el pie dispuesto a seguir andando.
La bañista de Valpinçon |
Parece que sea una muñequita de algodón. Ingres redondea las formas usando arabescos.
La gran Odalisca La luz es idealizada, ilumina todo el cuerpo sobre el fondo oscuro. Frente y Nariz en la misma línea acentuando la serenidad de la mujer. La Odalisca es la idealización de los cuerpos con una pose distorsionada, el recorrido de espalda desproporcionado, brazos larguísimos que casi llegan al pie, las piernas tienen poses imposibles... |
El baño turco
Para realizar este cuadro Ingres no recurre a modelos, se inspira en los cuadros que ha pintado a lo largo de su carrera, ya que el desnudo femenino fue el tema principal de su obra. El primer plano está ocupado por una mujer vuelta de espaldas que está tocando una especie de laúd. Recuerda a la figura más conocida de Ingres: La bañista de Valpinçon, que reprodujo de forma casi idéntica, variando la posición del brazo que deja ver su seno.
Para realizar este cuadro Ingres no recurre a modelos, se inspira en los cuadros que ha pintado a lo largo de su carrera, ya que el desnudo femenino fue el tema principal de su obra. El primer plano está ocupado por una mujer vuelta de espaldas que está tocando una especie de laúd. Recuerda a la figura más conocida de Ingres: La bañista de Valpinçon, que reprodujo de forma casi idéntica, variando la posición del brazo que deja ver su seno.
Además de obras alegóricas de gran envergadura y de cuadros mitológicos, pintó retratos y obras de desnudo femenino, que fueron su gran especialidad y las que han perpetuado su nombre. Ingres abordó el desnudo femenino en múltiples ocasiones demostrando una especial sensibilidad. El cuerpo de la mujer, con sus curvas y sensualidad inspiradora, dejando patente la sutileza del erotismo.
Otros artistas,como Man Ray, Dalí o Picasso, han ido tomando como referente a este que nos ocupa hoy.
Man Ray |
Dalí |
Las señoritas de Avignon |
Napoleón entronizado |
Napoleón aparece divinizado. El arco del sillón es medieval y romántico que parece estar extraído del pantocrátor.
La composición en sí es estática. El gusto por los detalles muy trabajados, casi rococós, pero hay características que aún se conservan de los neoclásicos, por ejemplo los pliegues que parecen ser esculpidos.
Pose frontal hierática. El fondo es negro también puede ser que está influido por el tenebrismo barroco.
Autorretrato a la edad de 78 años |
A lo largo de toda su carrera se reflejó en elegantes retratos al modo en que pintaba a su importante clientela. En este caso, aparece a los 78 años, sentado de tres cuartos y con una poderosa mirada que atrae inmediatamente la atención del espectador. Es una de las últimas imágenes que se conservan del maestro francés.
Dominique Ingres muere en París en enero de 1867
Texto: Pilar R. de los Santos