La charla en esta ocasión corrió a cargo de Domingo Alberca, muy interesante ya que el
tema trataba directamente de algo muy nuestro, algo que es patrimonio de todos
pero que en nuestra localidad tiene especial importancia: LOS MOLINOS DE VIENTO
Nos cuenta Domingo algo muy curioso y que quizá no lo
habíamos visto antes desde este punto de vista, nos hace ver que para que los
molinos existan antes debió haber un hecho que los hiciera necesarios, y es en ese
momento cuando se tiene la necesidad de triturar, o molturar para ser más
exactos, unas semillas que el hombre prehistórico incluyó en su dieta hace ya
millones de años y que fueron descubiertas en la última glaciación cuando quedaron
al descubierto en la zona llamada Mesopotamia. Esas semillas es lo que hoy
conocemos como trigo. El Homo Sapiens, en el Paleolítico, ideó unas piedras
cóncavas en las que molían ese grano para después hacer una especie de gachas, aunque aún era un instrumento tan rudimentario que no eliminaba las
cáscaras en su totalidad. Más tarde crearon una especie de morteros que han
llegado a nuestros días y aún suelen utilizarse en los países del llamado
Tercer Mundo.
Es con Homero, 900 A.C., cuando se comienza a hablar por primera
vez de “molinos de sangre”, llamados así por ser movidos por animales y/o
hombres, y comienzan a sustituir a los molinos de agua. Ambos siguen utilizándose en nuestros días.
Al principio eran muy rudimentarios pero ya formaba parte
de su estructura la rueda “volandera”, la que sube y baja para aprisionar el grano,
y un eje central. Y así siguen hasta nuestra época más o menos con algunas
modificaciones.
El molino tal y como lo conocemos hoy nace en el siglo VII
en la antigua Sigistán, entrando en Europa por el mar Egeo durante la época del
Califato de Córdoba, en cuyo archivo histórico ya se dan indicaciones de cómo
se hacía un molino. Considerándolos inútiles ya que estaba muy extendido el
molino de agua no tuvieron demasiada aceptación. Es en el siglo XVI cuando comienzan a ser usados debido a la gran sequía que asoló España durante muchos
años. Los molinos de Campo de Criptana datan de esa época ya que hay
documentación que así lo acredita. Se ubicaron en la loma en la que los podemos
encontrar hoy debido a que es una zona muy propicia donde confluían distintos
tipos de vientos, con lo cual se podía moler todo el año.
Constan datos de la época del marqués de la Ensenada que
revelan cómo eran las aspas (rectas), que el eje giraba 12º, que se abrieron 12
ventanas por las que pasaban los distintos vientos (los más utilizados el
ábrego y el cierzo), que la techumbre estaba construida con una masa mezcla de cal,
ceniza y paja o que la madera más utilizada es la del álamo negro y la encina
por ser dura y flexible.
Como anécdota nos cuenta que hubo guerras
entre los pueblos por conseguir las moliendas del trigo, cuya harina era de
mejor calidad dependiendo de las piedras utilizadas (las mejores se traían de
Francia), y de la cantidad de veces que se molturaba el grano.
En nuestro país hay infinidad de molinos pero de distintas
formas, dependiendo de la tipología del terreno, pero nunca tantos juntos como
aquí hay datados.
Y aquí dejó la charla prometiéndonos acudir a una nueva cita en alguno de nuestros "Miércoles con Antares"
TEXTO: Pilar R. de los Santos
FOTOS: WEB y Pilar R. de los Santos
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