En otros certámenes llevados a cabo desde ANTARES nos ha resultado más fácil dar las gracias personalmente a cada una de las participantes, a vuelta de correo electrónico, al recibir los escritos.
En esta ocasión no ha podido ser así ya que las cartas fueron recibidas por correo ordinario.
Hemos de decir que algunas de ellas fueron desestimadas por no ajustarse a alguna de las bases.
Aún así, nuevamente, desde aquí:
¡MUCHAS GRACIAS A TODAS!
CARTA PREMIADA:
"A MI MUY AMADA..."
Autora: Raquel González
A mi muy amada...
Espero que lo entiendas. El viaje no fue fácil... los viajes nunca son
fáciles. Anhelaba encontrar esos tesoros perdidos, vedados a la mirada
nostálgica, inalcanzables para siempre, pero en los que se reflejan los
momentos en que un día fuimos felices. Mis maletas estaban llenas de
fotografías y camisetas cómodas de algodón, y en el forro del equipaje,
bien escondidos, guardaba esos versos gastados por el tiempo, que
antes me gustaba tanto leer.
Lo intenté: busqué en los reflejos del sol sobre el turquesa intenso del
Mediterráneo; perseguí las bicicletas de los excursionistas en las islas
verdes del verano; aspiré el viento y el olor a tierra mojada en el Norte, y
me dejé atrapar por el bucle intenso de las canciones irlandesas, esas
en las que lloran gaitas por los muertos.
Sin embargo la dicha no fue mía y el viaje solitario se hacía por un
corazón ajado y viejo, herido por innumerables promesas incumplidas y
angustiado por el nudo en la garganta que bloqueaba el derrame
natural de las cálidas lágrimas del olvido. Aún así, me gustaba vagar a
la luz de la luna, cuando todo el mundo duerme, como paseante
solitario que cuida al infinito de personas dormidas en sus camas.
Por eso, espero que lo entiendas, pero no pude llegar al destino
acordado, no terminé el viaje tal y como lo había planeado. Tomé mi
maleta llena de fotografías y algodón, y decidí entonces que debía
cumplir las promesas que antaño había formulado, en otros lugares, en
otros tiempos, con otras gentes... pensé entonces que esas promesas,
por ser compartidas con personas que ya no estaban a mi lado, no eran
menos mías, y por eso merecían ser cumplidas, merecían ser
perseguidas. Y el viaje planeado no perseguía promesas, sino que
ahondaba en la soledad buscada.
Mi muy amada mía, el amor es silencioso, nítido y liviano... no es oscuro y
evanescente, y no pesa de nostalgia, como tu recuerdo precioso. Que
me sirvan estas cartas de anclaje en la memoria, pero que no me
impidan continuar el camino de la vida, blanco, luminoso, sin escritura.
CARTA PREMIADA:
"AL OTOÑO"
Autora: Concepción Sánchez
Cualquier lugar, octubre de
otro año más.
Al
otoño, estación entre verdes y ocres, esquina de la vida, camino de la
meditación.
¡Querido otoño!
Mucha será mi alegría si a la llegada de esta carta
te encuentras bien.
El motivo de la misma no es otro que sincerarme
contigo después de tanto tiempo.
Mi condición de ilusa no me impide saber que nuestros
caminos nunca se unirán, pero tal vez esa sea la razón que impulse a descubrirte
mis sentimientos.
Todas las noticias que tengo tuyas siempre me han
llegado a través de terceros: me dicen que irrumpes pausado y seguro, que te
estableces poco a poco, que extiendes alfombras de hojas para que los niños se
deslicen, los jóvenes reflexionen y los ancianos jueguen con sus bastones, que
permites a las familias de pájaros decirse adiós dibujando sueños en sus
vuelos, que tus arco iris se tocan con la mano…
Que cuando lloras solo se entera la tierra, que en
tus silencios crean los artistas, que usas capa y sombrero, que tus sienes son
grises pero tu corazón es cálido…
Por todo ello quiero que conozcas mi desazón, la
razón de mi carta.
¡Estoy tan cansada! Prisionera de barrotes gélidos y
noches sin oxigeno, de cantos de cigarra y estepas planas… tan cansada. “Ellos”
(me refiero al invierno y al verano) me dan lo mejor que tienen pero… yo sé que
contigo sería diferente.
No quiero que pienses en mi como en una jovencita
caprichosa y alocada, piensa en mi como en una dama de pálida tez y mejillas
violeta que suspira tras la alargada sombra de los árboles.
Anhelo conocerte.
Quiero, necesito alguna señal que me haga saber que
has leído mi carta. ¿Qué te parece si el año que viene por estas fechas me
contestas?
Ansiosa, ilusionada, un poco cambiante y siempre
tuya…
La
primavera.
MENCIÓN ESPECIAL:
"CARTA AL CIELO"
Mª Luz Fraile
El Cielo s/nQuerida Mª Luz: ¡Cuánto te he echado de menos! El tiempo, el
tiempo… siempre lo mismo. Es verdad, el tiempo es imparable pero,
precisamente por eso, se transforma en bálsamo. Va limando las aristas de
la pena y el dolor como la corriente lima los guijarros o la ventisca perfila
las rocas. El tiempo suple la ausencia con bonitos recuerdos y pensamientos
profundos de esas experiencias vividas con el ser que se ha ido. ¿Lo sabías?
Todo esto es para decirte que, a pesar de todo, te echo de menos.
¿Cómo estás? ¿Cómo vas a estar? Es el paraíso. Seguro que
tienes un puesto privilegiado, te lo mereces. Tocarás ese piano maravilloso
con el que tanto disfrutabas, escucharás esa música, sin retoques, que
siempre te emocionaba. Ahora sí que es ¡música divina!
¿Sabes qué? Lo que más me maravilla de ese lugar es que no
tendréis necesidad de decir nada. Cada uno ve lo más recóndito del otro,
todo transparencia… No habrá miserias, esas ya las habéis dejado aquí, ni
envidias, causa de la mayoría de los males de estos mundos. No existirá la
codicia porque cada uno tendrá lo que necesita y, qué decir de la justicia,
será, simplemente, justa. Lo que te digo, ¡una maravilla!
Por aquí las cosas cambian poco. Seguimos dando importancia
a lo que no la tiene, seguro. Queremos llenar nuestra maleta de cosas
superfluas, inútiles, no acabamos de enterarnos de que lo único que
importa es el amor en el más amplio sentido de la palabra. Decía San
Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. El que ama no puede hacer daño a
nadie. ¡Cuántas veces lo comentábamos!
¡Ah! Por cierto… aquí cuando se va alguien, la vida sigue igual,
nada se altera, el mundo sigue girando como si nada. Solo unos pocos se
enteran. ¿Será inútil el sufrimiento?
Cuántas cosas te contaría…como sé que las sabes… Me gusta
hablar contigo. Tengo que dejarte. Otro día más.
"CARTA A DIOS DESDE UN HOSPITAL"
Autora: Adeli Escribano
Querido Dios:
Soy María, aunque me conoces, me dirijo a ti, porque eres el hilo
más directo para que conectes con mi mamá, sé que ella está a tu
lado, porque cuándo partió, sentí que era un angel que tú llamabas.
Podía haber pensado. ¿Por qué lo permites Dios mío?
¿Dónde estabas cuándo te necesitaba?...Pero no tengo rencor, nos
diste tu vida en la cruz y no somos capaces de apreciarlo.
Te pido que me des entereza y comprensión, pues desde que ella
se marchó de mi lado, todos se volcaron en mí; y la inseguridad que
me invadía, se está convirtiendo en “ESPERANZA”.
Me he hecho más fuerte, más capaz de afrontar situaciones.
Dios, quiero que le digas a mi mamá, que aunque a veces vea
expresión triste en mi cara, que no se angustie, que es fruto de
todo el medicamento que me administran mis amigos y amigas de
oncología.
Mamá, seguro que ya no te duele nada. A veces, las lágrimas me
vencen, me quedo dormida y en los primeros momentos del sueño,
incoherentes y raros, siempre te veo a ti, feliz; y disfruto con el
momento.
Sé que no tienes voz, pero yo te oigo en la lejanía. Y cuándo cierro
los ojos, huele a tu perfume, huele a ti. ¡No sabes cuánto te
necesito! Siempre estaré a tu alrededor diciéndote lo que te quiero.
Ahora me he quedado sin pelo “mami”, pero mi hermano que me
cuida mucho, me ha traído una diadema de tela con una flor muy
bonita. ¡Y no veas como me queda!
Sé que estás a mi lado cuándo me dan la quimio y me pongo tan
malita.
Cuándo hablan de ti, las palabras se quedan estancadas en mi
garganta y miro a otro lado para que no me vean llorar.
Tengo muchos amigos que han conocido el sufrimiento y la lucha y
han salido adelante de lo más hondo.
Por eso, yo que tengo el espejo donde mirarme, que eres tú, con tu
ejemplo, no voy a ser menos.
Me has enseñado, que aunque la vida te azote y te dé la espalda,
con una sonrisa y esperanza, se pueden hacer cosas
maravillosas.
Tengo derecho a vivir; y mi argumento es el amor tan grande que
hay dentro de mi , aún mayor de lo que se puede llegar a
imaginar.
Cada día que amanece y sale el , doy gracias por estar aquí.
Recuerdo cuándo el coche fúnebre se perdía en la distancia, me
sobrepasó un sentimiento, un vacío que es muy difícil de llenar.
¡Cuánto te extraño mami!. Nos vemos en el Cielo.
Besos, besos y más besos…
Ahora Dios, llévale esta carta a mi mamá, pongo mi confianza en ti,
gracias por la vida que me regalas cada día, por ser un milagro y un
amigo que estás cerca cuándo te necesito.
Quedo a tu disposición y tú que todo lo puedes, te pido que me
ayudes en mi camino. A ti también “Te quiero Dios”.
Maria
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