jueves, 11 de abril de 2019

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS, EL BOSCO, por Mª José García- Casarrubios.



Jerónimo Bosch "El Bosco" nació en 1450 en Holanda, pero realiza sus obras en Flandes. Fue el pintor preferido de Felipe II (parece que se relacionó con Tiziano en la Corte española). La compra de sus obras en España se inicia con los Reyes Católicos, pero fue Felipe II quien reunió un mayor número de tablas.
Su obra es un intento de salvar la cultura clásica que se había difuminado en la Edad Media. 

El jardín de las delicias.
Se trata de un tríptico. El Bosco emplea un punto de vista altísimo, lo que le permite situar a muchas figuras de personajes con figuras estilizada sobre un verde campo. También pinta gran número de elementos imaginarios y simbólicos (bolas con ramas, castillos fantásticos, esferas transparentes, etc.) 


El tríptico cerrado muestra en grisalla el final del tercer día de la Creación. Arriba, a la izquierda aparece Dios Padre con triple corona y un libro abierto. En la parte superior de las dos tablas, una inscripción en latín con letras góticas dorada (Salmos, 148, 5) es la clave para identificar el momento elegido: << Ipse dixit et facta sunt>> (Él mismo lo dijo y todo fue hecho) en la izquierda <<Ipse mandavir er creata sunt>> (Él mismo lo ordenó y todo fue creado) en la derecha. El mundo de El Bosco sigue las convenciones de la época: la tierra es plana con agua alrededor y con abundante vegeración, rodeada de una esfera, con reflejos luminosos para dar la impresión de ser cristalina y traslúcida.


El tríptico abierto contrasta, por la brillantez de su color, con la grisalla del reverso, con sus tres paneles distribuidos en tres planos superpuestos, gracias a la elevación de la línea del horizonte. En el izquierdo, dedicado al Paraíso terrenal, aparece en primer plano Dios -identificado por sus rasgos con Cristo- en medio de Adán y Eva. Se trata, por tanto, de la presentación de Eva a Adán, muy poco frecuente en las representaciones del Paraíso. En el plano medio, El Bosco incluye en el centro la fuente de los cuatro ríos del Paraíso, a la izquierda el drago -un árbol procedente de Canarias que se asocia con el árbol de la vida-, y a la derecha el árbol de la ciencia del bien y del mal, con la serpiente enrollada en el tronco. El panel central -que da nombre al tríptico, conocido como El jardín de las delicias o La pintura del madroño- está poblado por gran número de figuras humanas, animales, plantas y frutas. Las primeras -desnudas a excepción de la pareja del ángulo inferior derecho, que se suele identificar con Adán y Eva tras la expulsión del Paraíso-, ya sean hombres, mujeres, blancos o negros, generalmente aparecen en grupos o en parejas. Los animales -reales o fantásticos- muestran dimensiones muy superiores a las normales, al igual que plantas y frutas. No hay duda de que en esta tabla El Bosco representa al mundo entregado al pecado y muestra a hombres y mujeres desnudos, manteniendo relaciones -algunas contra natura- con una fuerte carga erótica o sexual alusiva al tema dominante en esta obra, el pecado de la lujuria, aunque no sea el único. En el plano medio, El Bosco representa un estanque lleno de mujeres desnudas. Fuera de él, gira a su alrededor un grupo de hombres sobre cabalgaduras distintas -algunas fantásticas-, alusivas a los pecados capitales. En el superior el pintor incluye cinco construcciones fantásticas sobre el agua, la central similar a la fuente de los cuatro ríos del panel del Paraíso, aunque resquebrajada. Se alude con ello a su fragilidad, al carácter efímero de las «delicias» que gozan los seres humanos que pueblan este jardín. En el panel derecho, El Bosco representa el Infierno, el más impresionante de los conocidos del pintor, al que se suele llamar «Infierno musical» por la importante presencia de instrumentos musicales, utilizados para torturar a los pecadores que dedican su tiempo a la música profana. De toda la escena, lo que más atrae la atención es el plano medio con la figura del hombre-árbol -asociado con el demonio-, tanto por su color claro sobre fondo oscuro, como por su gran tamaño en relación a los otros seres representados. Si en el jardín de las delicias dominaba la lujuria, en el Infierno reciben su castigo todos los pecados capitales. Buen ejemplo de ello es el monstruo sentado en el primer plano, a la derecha de la tabla, que devora hombres y los expulsa por el ano -avaros-. Y, sin duda, alude a los glotones -al pecado de la gula- el interior de taberna del tronco del hombre-árbol, en el que los personajes desnudos sentados a la mesa esperan a que los demonios les sirvan sapos y otros animales inmundos, al igual que se destina a los envidiosos el suplicio del agua helada. Tampoco faltan castigos para los vicios censurados por la sociedad de la época, como el juego, o para alguna clase social, como el clero tan desprestigiada entonces, como se verifica en el cerdo con toca de monja que abraza a un hombre desnudo, abajo, a la derecha de la tabla.

 El tríptico de El jardín de las delicias es una obra de carácter moralizador -no exenta de pesimismo- en la que El Bosco insiste en lo efímero de los placeres pecaminosos representados en la tabla central. El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas. Desde su aparición en el Paraíso con la serpiente y con Eva -que asume la culpa principal de la expulsión del Paraíso, propia de la misoginia medieval-, el pecado está presente en el mundo -pese a que se muestre como un Paraíso terreno engañoso a los sentidos- y tiene su castigo en el Infierno.

El origen de este tríptico -la obra más afamada y singular de cuantas realizó El Bosco- se vincula definitivamente a la Casa de Nassau  -propietaria de un castillo en Breda,  lo mandó hacer Engelberto II de Nassau, para su sobrino y heredero Enrique III de Nassau, en cuyo castillo-palacio de Bruselas lo vio Antonio de Beatis en 1517, durante el viaje que hizo a los Países Bajos acompañando al cardenal Luis de Aragón. A la muerte de Enrique de Nassau, pasó a manos de su hijo Enrique de Châlons y, al fallecer éste en 1544, a las de su sobrino Guillermo de Orange. Confiscado al príncipe de Orange por los españoles en 1568, fue propiedad del prior de la orden de San Juan, Fernando de Toledo, hasta su muerte en 1591. Feli­pe II lo adquirió en su almoneda y en 1593 lo destinó al monasterio de El Escorial, registrándose en su libro de entregas como «una pintura de la variedad del Mundo, que llaman del Madroño». Permaneció en El Escorial hasta la Guerra Civil y en 1939 ingresó en el Museo del Prado como depósito de Patrimonio Nacional. Pese a que no está firmado ni documentado, nadie duda de que El jardín de las delicias es un original de El Bosco. 

Glosario.


Almoneda.-  Venta en subasta pública de bienes y muebles, generalmente usados.

Resumen realizado por C.G.A



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