Depende, todo depende
El tema del
pasado miércoles abrió la curiosidad de muchas. Nuestra presidenta, Manoli
Sánchez, ponía esta vez sobre la mesa un asunto que da mucho para hablar y
opinar: Mentiras piadosas o verdad cruel.
El encuentro comenzaba con un vídeo corto en el que el escritor argentino Jorge Bucay y su hijo Demian charlaban sobre un tema que forma parte de las "encrucijadas cotidianas". Ellos abrieron interrogantes y el debate.
¿Siempre la
verdad? ¿Cuándo está justificada una mentira piadosa? ¿Miramos las
consecuencias? La mentira, por muy piadosa que sea, ¿crea desconfianza? ¿Y
enemigos?
En el corto, Jorge Bucay establecía tres niveles de relación que justifican o no la mentira piadosa y la
verdad cruel. Está la relación cotidiana que deja libertad a la elección entre
una u otra. La relación más estrecha no da cabida a la mentira, pero sí tal vez
a la ocultación, al silencio. Por último está la relación con los íntimos, para
los amigos del corazón; en este caso no cabe el ocultamiento, solo la verdad.
Después de
los doce minutos que duró el corto se abría coloquio interesante y muy participativo. Se habló de quienes solo
quieren oír halagos y cómo en la pregunta ya va la respuesta con un -¿a qué lo
he hecho muy bien?-. Aludimos a la necesidad de escuchar mentiras piadosas y a las situaciones
en las que la verdad no aporta ni soluciona nada.
Se abordaron
situaciones personales, casos similares en las que algunas pedimos que se nos
diga la verdad y otras optamos por mejor no saberla. En la charla surgió el hecho
de lo difícil o lo fácil que puede resultar mentir, porque hasta para no decir
la verdad hay que saber y no todo el mundo vale. Es más, hubo quien se decantó
claramente por decir siempre la verdad.
En
definitiva, que como en tantas otras cosas, la verdad cruel o la mentira piadosa
depende, y depende de muchos factores. A veces se acierta y otras no.
Fotos: Carmen Casero
Laura Figueiredo,1 de marzo 2024
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