Transcribimos aquí las cartas
que en su día oímos de la voz de sus autores
1º Premio
ROSA MARÍA ALCALÁ HIDALGO |
¡Madre! (como solemos llamarte con cariño)…
Puedo imaginarme la cara que estarás poniendo al recibir
esta carta: sorprendida pero sin poder ocultar del todo esa media sonrisilla
que delata lo que te gusta que nos acordemos de ti.
Pues estaba yo pensando en lo mucho que nos empeñamos, a
veces, en llevar a cabo grandes hazañas y pasamos por alto los detalles
verdaderamente importantes, los más pequeños. Se puede haber llegado a la Luna,
coronado el Everest o atravesado en bicicleta los cinco continentes, pero si no
se hace un poquito más feliz a los que se tiene al lado…es como si no se
hubiera vivido.
Por eso me he dicho: “de hoy no pasa” y, aunque podría
haberlo hecho a través de las nuevas tecnologías (con lo bien que te manejas tú
con Whatsapp) he preferido decírtelo por escrito, para poder disfrutarlo cuando
nos apetezca, a pequeños sorbos.
Te quiero.
Así, sin más; porque sí. En mayúsculas.
Seguro que esto no te lo esperabas, ¿verdad? Y… ¿no te
parece que ya era hora?
Tanta dedicación y paciencia para que resulte que ninguno de
tus seis hijos sea muy dado a decirte
que te quiere y nos conformemos con demostrarlo. Es por eso que de hoy no podía
pasar; por todas las veces que lo pensamos y se quedan en el tintero: te
queremos.
Apuesto a que has empezado a morderte con disimulo el labio
inferior para ocultar que te estás emocionando.
Es imperdonable haber tardado tantos años después de que tú hayas dedicado la mayor
parte de los tuyos a sacarnos adelante y hacer de nosotros personas de
provecho.
Y qué difícil devolverte en apenas una página toda tu
entrega: ¿qué más se puede decir? Darte las gracias, sin duda, pero esos
latidos que palpitan a un mismo ritmo…ese saberte cerca aunque no lo estés…esa
sensación de que con sólo oírte pueda sentir que estoy en casa, a salvo…eso no
cabe en un “te quiero”.
Por ese superpoder tuyo de habernos hecho crecer con poco,
de sacar de la nada soluciones para todo; por esa a habilidad sobrenatural de
tejer días de 30 horas, ser electricista, médico, albañil, costurera, directora
de orquestra y casi astronauta y, por supuesto, por unas lentejas dignas de
reconocimiento universal…por todo eso te queremos y por la soledad que soportaste
cuando, con seis niños, el suelo se quedaba en la barra de un bar.
De eso, mejor no hablamos, que adivino la puntita de tu
nariz colorada y los ojos vidriosos; con esa fuerza tuya hoy no es más que un
recuerdo amargo y un ejemplo de coraje por el que te admiro infinitamente.
A veces, a escondidas, imagino que algún día faltarás y
entonces…entonces no existen “te quiero” suficientes para consolar ese momento.
Busco en esos ratos cualquier excusa banal para llamarte o ir a verte (preguntar
cómo tienes la cadera, contarte un cotilleo inocente, reservarme sitio en tu
mesa para comer cuando vuelva, explicarte que allí donde estoy trabajando esta
semana hace un calor asfixiante…) y sin embargo, sólo estoy pensando en que te
quiero, te quiero mucho.
Eternamente agradecida, tu hija
DEMAYORQUIEROSERCOMOTÚ
P.D.: Ahora que ya lo sabes (espero que nunca lo hayas
dudado), guarda la carta y vámonos a tomar un café… hay mucho que celebrar.
2º PREMIO
Julia Flores Arenas |
ESTOY JUNTO A TI
Estimada
muchacha,
Quisiera que mi carta
fuera un soplo de esperanza para ti.
Hace poco que te conozco y todavía no hemos tenido mucho
contacto pero he podido darme cuenta
de que algo te pasa, pareces ajena
a todo lo que ocurre a tu alrededor, siempre buscas
estar sola, sumergida en un silencio impenetrable y desolador.
Hoy, además, he visto
en tus ojos el aleteo de mariposas
negras del dolor y miedo, mucho miedo. Te he visto cruzar, como una sombra, el
patio del instituto para salir durante el
recreo porque alguien te esperaba. Te he visto mirar a todos lados como temiendo
ser vista al responder a unos compañeros
que, ajenos al zumbido de tus oídos y al peso que
sientes sobre el pecho, por azar se han cruzado contigo y te han saludado. Caminabas
como si el suelo se hundiera bajo cada
uno de tus pasos.
A tu vuelta he notado tu mirada perdida y vidriosa; en tu boca todavía
de niña dibujado un rictus de amargura y en tus manos, aunque no haces más que
estirarte las mangas del jersey para ocultarlas, la marca inequívoca de unas
manos que en vez de tactos y caricias han sido garras despiadadas.
A tus 16 años tienes un mundo entero ante ti. Sé que estás
enamorada y sueñas momentos de miel y flores y que crees que tu vida sin él no tiene sentido. Sé que sin darte cuenta te ha ido alejando de todo lo que tenías, tus
amigas, tu música preferida, tu forma de vestir e, incluso, vigila con quién
hablas. Sé que hace que creas que no sabes hacer nada tú sola, pero te aseguro
que no es así. El sentido a tu vida se lo das tú, solo tú.
Sé que es tu amor y te has entregado sin condición, pero lo que estás viviendo, créeme, no es el amor, es la cara amarga y destructora de una persona.
El amor es otra cosa, lo comprobarás cuando llegue de verdad. Ahora,….
Ahora quisiera que pensaras en esto que te digo y entendieras su importancia.
Me gustaría que supieras que eres valiente, que eres muchas cosas sorprendentes que tú ni
imaginas, que están ahí dormidas en tu corazón, que irán despertando y aprenderás a verlas.
Quiero que sepas que
“eso” que te pasa no es por ti, que tú no tienes la culpa, que tú no haces ni
dices nada para ello, que tú solo te has enamorado de alguien que no merece tu amor. Quiero que sepas que hay forma de salir del infierno en que vives, que
no debes sentir vergüenza ni temor, que puedes hablar de ello. Mereces a
alguien que sonría nada más verte y que ponga un trozo de cielo entre tus
manos.
Quiero que sepas que eres fuerte y puedes dar un paso
adelante para salir de esa tela de araña que te ata de pies y manos y llena tus
ojos de sal.
Quisiera que dieras ese paso e intentaras salir de ese laberinto en el que estás ahora. Quiero
que sepas que no estás sola, que muchas
mujeres (y también algunos hombres) podemos ayudarte, que estamos contigo, que
estoy junto a ti.
Yo estoy aquí esperando que tú me digas algo, aunque solo puedas
hablarme con la mirada.
Tu
profesora
ACCÉSIT
JUAN PABLO LÓPEZ TORRILLAS |
Campo de Criptana, 10 de noviembre de 2016
Querida Hispano Olivetti M40:
Permíteme que lo haga por carta, pues sabes que las
despedidas nunca
me han gustado. Han sido muchos años juntos y tus teclas ya
merecen un
descanso, hasta el dibujo de las letras se ha borrado ya.
Llegaste a mí de generación en generación, y todos te
fueron fieles y
leales, y a todos diste grandes alegrías. Cómo no recordar
la tarde en que
llamaron al bisabuelo Salvador, para anunciarle que su
relato, “El molino de
viento”, había sido el ganador del Antares; o aquella otra
mañana fría de enero
en que a la abuela Venancia le concedieron el Cervantes, y
todos nos tuvimos
que vestir de gala, para acompañar a la abuela a Alcalá de
Henares a recoger
el premio; o aquella tarde en que mi padre, Pedro, fue
galardonado con el
Nacional de Teatro… Fueron todos grandes momentos, premios
que
reconocían toda una vida dedicada a la literatura, a
compartir con los demás
esos desvelos, sueños e ilusiones, que son idénticos en los
hombres y mujeres
de generación en generación, porque hay algo que no cambia
con el paso del
tiempo, y ese algo, que es un misterio, forma parte, va
unido a la esencia más
íntima del hombre (y de la mujer, claro está).
Pues bien, querida mía, la mayor parte de sus textos
nacieron de ti.
Especialmente recuerdo a Pedro, mi padre, y con el que más
tiempo estuviste.
Todos los días la misma rutina: al volver por la tarde del
campo, de faenar en lo
que cada estación del año marca (la siembra, el abono, la
vendimia, la siega,
etc.), tomaba un baño y se cambiaba de muda, acudía a la
cocina, donde madre
solía estar preparando la cena, se preparaba un café, otro
también para ella,
cargaba de tabaco su pipa, y al poco se retiraba a la
salita a darle a la tecla, tus
teclas, cuyo sonido nos acompañaba ya hasta bien entrada la
noche.
Como ves, querida, son muchos recuerdos y todos
entrañables. Para tu
tranquilidad te diré, que no tienes que preocuparte, que te
he buscado un lugar
adecuado para tu descanso, y reposarás en el salón de casa,
junto a la lámpara
de lectura, al lado del sofá grande, en una mesa que he
mandado construir
para ti, y así, continuarás siendo un miembro más de la
familia, y, aunque de
otra manera, ahora más silenciosa, continuarás como testigo
de nuestras
ilusiones, sueños y desvelos.
Te gustará saber, querida Hispano Olivetti M40, que para
despedirme de ti
he utilizado la más valiosa de mis plumas, y que tanto te
gustaba a ti, y no
temas, sabes que la fidelidad de la familia a ti y a los
tuyos forma parte de
nuestro carácter, y seguiremos sin utilizar el ordenador.
Con entera gratitud y cariño
Una de nuestras compañeras, Mari Paz Manzaneque Olmedo, nos leyó una de sus poesías que también queremos compartir aquí
-Palabras-
_Qué bien suena, la voz que canta y entona,
Palabras y melodía,
Qué agradable escuchar las mejores palabras,
De nuestra gente cada día….
_Palabras que van, que vienen,
Palabras que quieren, palabras al viento,
Que alguien las agarra y nunca marchan
_Palabras que desgarran, palabras en silencio,
Y al silencio, palabras le sobran,
Las que le faltan a los recuerdos.
_¡Hombres y mujeres de palabra!, que sellan el acuerdo,
Donde la palabra dada es la confianza entregada.
_Palabras de llanto, palabras perdidas,
Y perdidas las miradas,
Donde las palabras han sido olvidadas.
Y miradas que conversan, alma con alma.
_Palabras que dicen bien,
Y bien que dicen lo que cuentan,
Cuentan historias,
Que nos enseñan y alientan.
_Palabras benditas, palabras que duelen,
Palabras que quiebran, palabras que tiemblan,
En bocas donde las palabras son el corazón,
Y la palabra es la mayor riqueza,
Donde se expresa el amor latente,
De la vida presente.
_Palabras copiadas, prestadas y osadas,
Palabras de niños, palabras fiadas,
Conversación de palabras, bien expresada,
Que cautiva y atiende,
En la escucha de la historia,
Que se quedará en la memoria.
_Hay palabras calladas, que son fruto de la paciencia,
Todavía guardadas en conciencia,
Para ser habladas en un futuro,
Cuando el tiempo haya pulido sus aristas,
Y sean palabras de reconciliación…
_La palabra perdida,
Esa, que aún no está dicha, salí a buscar,
Y cuando la encuentre, será la primera,
De otra poesía,
Con cientos de palabras para comenzar.
GRUPO ANTARES CON LOS PREMIADOS |
¡¡HASTA NUESTRA PRÓXIMA EDICIÓN!! |
Texto: Pilar R. de los Santos
Fotografías: Conchi G. Angora y Pilar R. de los Santos